CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH
A LA JUNTA MILITAR
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales,
el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la
pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me
obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado
libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado
un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde
lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son
crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno
del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su
política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas
para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue
el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso
democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y
agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen
pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en
las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en
pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado
posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la
corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo
de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una
política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los
partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el
terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil
muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las
principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no
entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto
militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación,
convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura
sin límite y el fusilamiento sin juicio.1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido
contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de
desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de
antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo
después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno
secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su
límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de
presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en
las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con
la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó
directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con
auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos
verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los
inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el
"submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin
de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado
ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin
original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la
administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta
quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes
mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los
prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en
lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados
combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se
amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un
libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción
internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el
carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a
las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55
en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el
atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió
a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la
comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos
combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron
muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas
civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los
hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados
sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados,
simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas
según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS
en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en
combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados
militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15
heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta
impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina
que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en
40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la
guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en
tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo
crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos
reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los
Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia
didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez,
jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de
Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca
Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de
fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975,
fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del
Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos
episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política
misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones
de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como
miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido
masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos
de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a
otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus
propias fuerzas.5
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y
octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de
torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en
el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años,
Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región
anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de
1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría
donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la
publicaron.6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y
el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el
9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30
muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de
derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la
mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río
de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera
Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o
el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes
presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos
signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la
fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el
discurso de la muerte.8
La misma continuidad histórica liga el asesinato del
general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte
del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas
de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos
democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.9
La segura participación en esos crímenes del Departamento
de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados
de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor,
sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief
de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy
sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se
esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados
por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América,
que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en
nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo
personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde
hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del
periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado,
después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con
monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la
definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que
libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien
y del mal".10
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo
civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo
argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes
incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la
explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de
seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los
trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%,
elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar
la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no
persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios
suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación
colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios,
elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000
nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos
de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han
calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en
algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En
este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de
ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas
populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil
supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas;
enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que
las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran
metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud
pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los
hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos
se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la
"racionalización".
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para
comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa
miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros
sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares
de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los
barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo
contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz
arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que
ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que
suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortutunados. Un
descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a
600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del
circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en
la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la
fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del
Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se
vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad
de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en
1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la
provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y
triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los
propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay
congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único
campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización
por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una
receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia,
la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja
oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de
monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices,
la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro
Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción
animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por
Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por
su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos
pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser
baratos".14
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una
semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos
por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su
capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en
dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés
por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el
"festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito
nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens
se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio
se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles
aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la
Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los
apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio
de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos
malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla
defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún
cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran
sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra
que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas
formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del
pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del
estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de
su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin
esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al
compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
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