“…El sistema de producción capitalista, pues, reproduce por
si mismo la separación entre el trabajador y las condiciones del trabajo. Solo por
esto, reproduce y perpetua las condiciones que obligan al obrero a venderse
para vivir y permiten al capitalista comprarlo para enriquecerse. No es el azar
el que los coloca frente a frente en el mercado como vendedor y comprador, sino
el sistema de producción que arroja al obrero en el mercado, como vendedor de
su fuerza de trabajo y transforma su producto en medio de compra para el
capitalista.
En realidad, el trabajador pertenece a la clase capitalista,
a la que dispone de los medios de vida, antes de venderse a un capitalista
individual. Su esclavitud económica se oculta bajo la renovación continua de
este acto de venta, por el engaño del contrato libre, por el cambio de dueños
individuales y por las oscilaciones de los precios que el trabajo obtiene en el
mercado.
Considerado el movimiento de producción capitalista en su
continuidad o como reproducción, no solo produce mercancías y plusvalía, sino
que reproduce y perpetua su base: el trabajador en la condición de asalariado…”
“… Verdad es que el trabajador efectua su consumo individual
para su propia satisfacción y no para la del capitalista. Pero las bestias de
carga también quieren comer; ¿acaso por ello no contribuye su alimentación a
suministrar utilidad al propietario? El resultado es que el capitalista no
tiene que cuidarse del consumo individual de los obreros, dejándolo a merced
del los instintos de conservación y de reproducción del trabajador libre. Su interés único en esa
materia es el de limitarlo a lo estrictamente necesario.
Por eso, el rastrero cortesano del capital –el economista
vulgar- solo considera como productiva la parte del consumo individual que
necesita hacer la clase obrera para perpetuarse y multiplicarse, y sin ella el
capital no hallaría fuerza de trabajo que consumir o no encontraría la precisa.
Todo cuanto el trabajador pueda gastar –ademas de su alimentación- en
esparcimiento físico o intelectual, es un consumo inproductivo que se le echa
en cara como si fuese un crimen.
Con razón, el consumo individual del trabajador puede
considerarse como inproductivo; pero solo en cuanto a él, pues el consumo no
reproduce sino al individuo necesitado. En cambio, es productivo para el
capitalista y para el Estado, pues da origen a la fuerza creadora de toda
riqueza…”
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