¿Qué es la soberanía, la
patria, la nación? sino el limite imaginario impuesto por unos pocos déspotas con
delirios de grandeza para dominar a muchos.
Esa frontera invisible que
solo nos resta libertad como individuos coacciona en contra nuestro, dejándonos
invulnerables, desprotegidos de nuestra propia realidad, expuestos como el
sumiso rebaño que se deja atormentar por los lobos, lobos sin hambre pues están
ya saciados de engullir corderos.
Entonces así, sin darnos
cuenta, somos parte de un gran, y perverso sistema carcelario universal, donde
los gobiernos ejercen el monopolio del poder, la raíz pura de la violencia en
contra de un igual que ellos consideran un inferior, siendo ese su lema de
cabecera por el cual justifican su desmedido e injustificado imperio de opresión.
Alzan las banderas de la
patria como herramienta de manipulación. Todo su sistema social esta articulado
para poder oprimir, sin que el rebaño se dé cuenta, desde tiempos ancestrales.
Cuando no usaron la fuerza por
la fuerza misma, recurrieron a la religión como método de dominio. Sino a las
guerras, al hambre, a las modas, los medios de comunicación, los ejemplos
capciosamente emitidos, en fin, multiplicidad de opciones para disponer de la mayoría
anestesiada por los efectos de la “nación”, la “patria” o el llamado “sentir
nacional”.
Un claro ejemplo del ridículo dominio
que ejercen sobre la mayoría, y que nadie cuestiona entre tantas otras, seria
por ejemplo, los pasaportes, ¿qué es sino el permiso implícito de unos tiranos
en darnos o no el permiso de poder ir o venir a donde nosotros queramos?, ¿Quiénes
son ellos para decirme a mi si puedo o no ir donde me plazca? ¿Quién les confirió
ese patronazgo que acusan celosamente como dueños de la población? ¿Cuánto pagaron
por la propiedad física e intelectual de mi persona para disponer de mí como s
fuera de su propiedad?
El devenir constante y continuo de la historia nos ha demostrado
que imperios, reinos, ciudades, principados, feudos, provincias, estados,
naciones, coaliciones, virreinatos y cualquier otra forma de subyugación tarde
o temprano fracasaron, llegaron a un fin, y creo que en ningún caso ese fin fue
feliz.
¿Entonces? ¿Qué es la patria,
la nación, cuando miles de naciones infinitamente más poderosas ya cayeron
antes por el peso mismo del tiempo?
Traslado todo esto a un tema
de la actualidad, por ejemplo el tema de la soberanía de las islas Malvinas. ¿Son
inglesas? ¿Son Argentinas? ¿Son francesas? ¿Son chilenas?
Indudablemente cualquier
argentino que se precie de tal, aunque no se sienta ya muy orgulloso de su condición
de argentino pondrá el grito en el cielo y me refutara a viva voz diciendo que
las Malvinas son argentinas, por las placas continentales, por la historia, por
derecho de herencia de conquista… en fin, puede que sea así. Aunque la toma
definitiva de Malvinas por los ingleses fue anterior a la independencia de las
Provincias Unidas del Rio de la Plata, o sea que fueron arrebatadas al Reino de
España; ¿tal vez los españoles podrían reclamar también sus derechos sobre las
islas?
No importa, solo estoy divagando,
a lo que quiero llegar es que con ese criterio, también los nativos, esos que
se masacraron desde la conquista de América, podrían, con todo el derecho del
mundo, y con más de 10.000 años de estancia en estas tierras, podrían reclamar
que sean devueltas todas sus posesiones expropiadas por unos y por otros, por
españoles, criollos, gringos, argentinos y demás.
Así, sin darme cuenta, todas
estas enmarañadas reflexiones que me hacía en mis ratos de dispersión me fueron
conduciendo, automáticamente , hacia otro tema que moviliza mis más sinceros
desvelos, a esa trascendental pregunta que inquieta mi paz, que no deja de
revolcarse furiosa en mi interior, ¿Qué es la libertad?
Para Marx la libertad era control
total sobre las fuerzas alienadas del hombre. Martí decía que Como el hueso al
cuerpo humano, y el eje a una rueda, y el ala a un pájaro, y el aire al ala,
así es la libertad la esencia de la vida. Cuanto sin ella se hace es
imperfecto.
Gandhi dijo: Estoy
absolutamente convencido de que ningún hombre pierde su libertad sino por su
propia debilidad, mientras que La libertad es el mayor de los bienes, decía Ovidio.
¡Viva la libertad! El sol nunca ha iluminado un logro humano más glorioso,
expreso Nelson Mandela.
También el gran Bacunin se refirió
al respecto diciendo: Yo nada más soy verdaderamente libre, cuando los seres
humanos que me rodean, hombres y mujeres, son libres también.
Reflexione y lo que primero
que se me vino a la cabeza fue que la libertad, seria, vivir sin nadie que
comande o rija nuestras acciones, ¿Cómo sería eso posible? Tendríamos que
aislarnos en comunidades pequeñas y autosuficientes, sin líderes visibles,
donde cada individuo sea parte aislada de un todo indivisible pudiendo vivir de
una forma ácrata y autocrática.
¿Sería esa la libertad? Tal vez,
pero aun así seguiríamos prisioneros de ciertas obligaciones para con la
comunidad, nuestra familia. Seguiríamos manteniendo vínculos recíprocos con
individuos que coartarían nuestra amada libertad, no de una forma brusca o
violenta, pero si por necesidades mutuas.
Trate de ir mas allá en mi reflexión,
¿deberíamos vivir, entonces, solos, cual eremitas, aislados del mundo, siendo
nosotros mismos en el vacío y nada más? Esa pareció una solución definitiva,
aunque difícil de realizar, más bien valdría la pena por alcanzar la tan
añorada libertad.
Súbitamente algo me vino a la
mente, aunque aislados de todo, ¿no seriamos aun prisioneros de nuestras
debilidades? Hambre, frio, sexo, etc.
¿Sera posible para el hombre
ese sueño de la libertad bruta, la libertad pura sin escorias que le hagan
oscurecer el brillo de su pureza?
Todavía no encuentro una
respuesta, pero sigo buscando, y ahora que pienso, tal vez, la libertad pura
resida en tratar de encontrarla en cada momento, en cada acción que realicemos,
que nuestra única meta en la vida sea alcanzar esa realidad, tal vez ese sea el
camino que nos lleve definitivamente a ella.
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