Aunque generalmente relacionada con la revolución
francesa, la maquina que decapita por medio de una cuchilla que cae entre dos
columnas acanaladas es en realidad mucho mas antigua. Versiones pequeñas y
primitivas se usaban para la ejecución de nobles ya en el siglo XIV en Escocia.
La antecesora de la guillotina, como se conocerá
mas tarde gracias a su inventor, fue seguramente la que lo inspiro, “el
Fallbrett”, literalmente “tabla de madera que cae”, la cabeza, en estos casos
era separada no por una hoja cortante de metal, sino por una tabla de madera,
que era golpeada a mazazos por el verdugo, destrozando la carne y las vértebras.
Fue entonces, en 1789 que una medico de
Saintes, miembro de la
Asamblea Nacional , nacido en 1738 y de nombre Joseph Ignace
guillotin, el primero en promover una ley que exigía que todas las ejecuciones,
incluso la de los presos comunes y plebeyos, se realizaran por medio de una
“maquina que decapita de forma indolora”. Una muerte “fácil y rápida” como se creía,
ya no era prerrogativa de nobles.
Después de una serie de experimentos sobre cadáveres tomados de un hospital
publico, la primera de estas maquinas se coloco en la Place de Greve de Paris el 4
de abril de 1792 y la primera ejecución tuvo lugar el 25 del mismo mes, el
agraciado primerizo fue un vulgar asaltante de diligencias.
Recientes investigaciones neurofisiológicas
revelaron que una cabeza recién cortada, ya sea por hacha, espada, guillotina o
cualquier otro método, tiene conciencia que es una cabeza decapitada mientras
rueda por el suelo, la conciencia sobrevive el tiempo suficiente para tal
percepción.
Después de la ejecución de Luís XVI y Maria
Antonieta el 21 de enero de 1793, la “maquina” llamada solo así hasta esos
acontecimientos, paso a llamarse “la Louisiette ” o “ le Louison”; solo después de 1800
se extendió el termino Guillotina, en honor a su perfeccionador.
La guillotina permaneció en uso en numerosos países
incluidos los Estados Pontificios y los Reinos de Piamonte y Nápoles Borbónico
hasta 1860.
En Francia fue muy popular hasta la abolición
de la pena de muerte bajo el gobierno de Mitterrand en 1981.
Joseph Ignace Guillotine murió pacíficamente
en 1821, a
la edad de ochenta y tres años, luego de haber visto triunfar su invento por
toda Europa.
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