El 9 de noviembre
de 1866 se produce en Mendoza la “revolución de los colorados”, cuyo jefe político
es el Dr. Carlos Juan Rodríguez, y cuyo jefe militar es Juan de Dios Videla. El
contingente que debía ir a cumplir servicio en la guerra contra el Paraguay, se
subleva uniéndose a los revolucionarios. El gobernador es derrocado y en su
reemplazo asume Rodríguez, amigo del caudillo catamarqueño Felipe Varela.
Inmediatamente la insurrección se extiende a San Juan, donde toma el poder
Felipe Saa. Poco después es derrotado Paunero por los federales al mando de
Francisco Álvarez en San Luís. Todo Cuyo (la región del Cuyo la comprenden las
Pcias de San Juan, San Luís y Mendoza), estarán pronto en manos de la
montonera, cuyo emblema es la divisa punzo.
Pocos días mas
tarde, Felipe Varela cruza la cordillera. “…Todo estimulo poderosamente al
patriotismo argentino, que ya estallaba estrepitosamente en Mendoza el 9 de
noviembre de 1866” ,
dirá el propio Varela. Los pueblos se conmovían, se agitaban tumultuosa pero
sordamente, llorando su libertad perdida y dispuestos a hacer un esfuerzo para
reconquistarla. El General Mitre, entre tanto, redoblaba su presión y su energía,
infundiendo el terror y el pánico donde quiera, lanceando por centenares a
ciudadanos pacíficos y cometiendo toda clase de excesos en las personas de
aquellos que creía no partidarios de su política. Entonces, llevado del amor a
mi patria y a los grandes intereses de la América , amenazada por la corona de España, creí
un deber mío como soldado de la libertad, unir mis esfuerzos a los de mis
compatriotas, invitándolos a empuñar la espada para combatir al tirano que así
jugaba con nuestros derechos y nuestras instituciones, desertando sus deberes
de hombre honrado y burlando la voluntad de la Nación. Y en efecto así
lo hice, lanzando a los pueblos argentinos, desde la cumbre de la cordillera de
los Andes, el 6 de diciembre de 1866, la siguiente invitación:
“PROCLAMA”
“¡Argentinos! El
hermoso y brillante pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente
en 100 combates, haciéndolo tremolar con toda gloria en las tres más grandes
epopeyas que nuestra patria atravesó incólume, ha sido vilmente enlodado por el
General Mitre, gobernador de Buenos Aires.
La mas bella y
perfecta Carta Constitucional democrática, republicana, federal, que los
valientes entrerrianos dieron a costa de su sangre preciosa, venciendo en
caseros al centralismo odioso de los espurios hijos de la culta Buenos Aires,
ha sido violada y mutilada desde el año 61 hasta hoy, por Mitre y su circulo de
esbirros.
El Pabellón de
Mayo, que radiante de gloria flameo victorioso desde los Andes hasta Ayacucho y
que en la desgraciada jornada de Pavón cayo fatalmente en las ineptas y
febrinas manos del caudillo Mitre –orgullosa autonomía política del partido rebelde-,
ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero-Bellaco, Tuyuti,
Curuzo y Curupayti.
Nuestra nación,
tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan
engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando empeñada en
mas de 100.000.000 de pesos fuertes y comprometido su alto nombre a la vez que
sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño que,
después de la derrota de Cepeda, lagrimando juro respetarla.
COMPATRIOTAS:
desde que Aquel (se refiere a Mitre) usurpo el gobierno de la Nación , el monopolio de los
tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el
patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan
que reservara para sus hijos. Ser porteño es ser ciudadano exclusivista; y ser
provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política
del gobierno de Mitre.
Tal es el odio
que aquellos fratricidas tienen a los provincianos que muchos de nuestros
pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves puñales de
los degolladores de oficio, Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos, Irrazabal y
otros varios oficiales dignos de Mitre.
Empero, basta de
victimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón y sin
conciencia.
Cincuenta mil
victimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio
flagrante de la triste e insoportable situación que atravesamos y que es tiempo
ya de contener.
¡VALIENTES
ENTRERIANOS!
Vuestros hermanos
de causa en las demás provincias os saludan en marcha al campo de la gloria,
donde os esperan. Vuestro ilustre jefe y compañero de armas, al el magnánimo
Capitan General Urquiza, os acompañara y bajo sus ordenes venceremos todos, una
vez mas, a los enemigos de la causa nacional.
A el y a vosotros
obliga concluir la grande obra que principiasteis en Caseros, de cuya memorable
jornada surgió nuestra redención política consignada en las paginas de nuestra
hermosa constitución, que en aquel campo de honor escribisteis con vuestra
sangre.
¡ARGENTINOS
TODOS! Llego el día de mejor porvenir para la patria. A vosotros cumple ahora
el noble esfuerzo de levantar del suelo ensangrentado el pabellón de Belgrano
para enarbolarlo gloriosamente sobre las cabezas de nuestros liberticidas
enemigos.
COMPATRIOTAS: ¡A
LAS ARMAS!... Es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos
argentinos.
¡Abajo los
infractores de la ley!. ¡Abajo los traidores de la patria! ¡Abajo los
mercaderes de Cruces en la
Uruguayana , a precio de oro de lágrimas y de sangre argentina
y oriental!
¡Atrás los
usurpadores de las rentas y derechos de las provincias en beneficio de un
pueblo vano, déspota e indolente!
¡SOLDADOS
FEDERALES! Nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada,
el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás
Republicas Americanas. ¡Ay de aquel que infrinja este programa!
¡COMPATRIOTAS
NACIONALISTAS! El campo de la lid nos mostrara al enemigo; haya os invitan a
recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro jefe y amigo.
FELIPE VARELA”
“Campamento en
marcha, diciembre 6 de 1866”
El último gran
caudillo federal
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