Desheredado,
solo y abandonado, me disponía a pasar unos escuetos momentos, al menos unos
pocos minutos, en paz y en calma.
Solo, sin mis
problemas, sin mis tareas por realizar, que nunca realice, y lo más probable
sea que nunca vaya a realizar.
Sin
embargo, y a pesar de todo, sentía la necesidad de estar a solas conmigo mismo.
En eso
estaba cuando, y sin mas preámbulo que un fuerte golpe; una brillosa barra de
estaño cae al suelo sin titubear.
Ese
innoble material cayó cual bólido en picado sobre su presa.
Trato de
recoger esa inerte aleación tratando de hallar sus extremos, pero, y muy a
pesar de mis infructuosos esfuerzos, parecía no tener ni principio ni final.
Eso es
casi imposible, sentencie (digo casi porque en la vida aprendí que no hay
imposibles lógicos, solo lo virtual de lo imposible que nos corrompe).
Trate de
aprender algo mas de ese extraño material, así me entere que es un metal
plateado, maleable, que no se oxida fácilmente y es resistente a la corrosión.
Se encuentra en muchas aleaciones y se usa para recubrir otros metales
protegiéndolos del oxido. Una de sus características más llamativas es que bajo
determinadas condiciones forma la “peste del estaño”.
Al doblar
una barra de este metal se produce un sonido característico llamado “grito del
estaño”, producido por la fricción de los cristales que la componen.
El estaño
puro tiene dos variantes alotrópicas: El estaño gris, polvo no metálico,
semiconductor, de estructura cúbica y estable a temperaturas inferiores a 13,2
ºC, que es muy frágil y tiene un peso específico más bajo que el blanco. El
estaño blanco, el normal, metálico, conductor eléctrico, de estructura
tetragonal y estable a temperaturas por encima de 13,2 ºC.
Sorprendente,
me dije, pensar que no sabía nada de este metal hasta ahora. Lo pensé mejor, de
nada va a servirme saber toda esa información del estaño. Da igual, el saber no
ocupa lugar, solo cuantifica las idioteces que decimos a diario.
Supongo
que la barra aquella caída del cielo no tiene ni principio ni final; una
especie de alfa-omega de los metales.
¿Será que
cada elemento tiene su propia deidad?
No seria
improbable pensarlo, será cuestión de dejarse llevar y de nuevo a los
problemas, que no esta de más decir, ya me llegan hasta el culo.
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