El Proyecto de
Documento Base para la primera Conferencia Nacional del Partido proclama que
este es marxista, leninista y martiano. Marx, Engels y Lenin, los fundadores de
la conocida doctrina, eran filósofos, plenamente identificados como
materialistas dialécticos; pero Martí ¿qué posición filosófica asumió?
Aunque no se dedicó a
sistematizar su pensamiento filosófico, como todos sabemos Martí era un hombre
de una vasta cultura y conocía de las corrientes filosóficas, tanto anteriores
como contemporáneas con él (en la Universidad de Guatemala fue profesor de
Historia de la Filosofía). Pero no se afilió a ninguna en particular, sino que
tomó de cada una lo que consideraba más valioso para el sentido que le había
dado a su vida.
Era sin duda
idealista, con influencia del dualismo, del panteísmo, del positivismo y el
espiritualismo. Aunque no puede considerársele idealista dialéctico, sí mostró
atisbos en tal sentido: “en la naturaleza como en los pueblos todo lo necesario
se crea, a su hora oportuna, de lo mismo que se le opone y contradice”. Como
podemos ver, su idealismo era sui géneris, un idealismo a lo Martí.
También fue
determinista (o sea que el hombre es fruto de las circunstancias). En El Poema
del Niágara expresa que: “So pretexto de completar al ser humano, lo
interrumpen. No bien nace, ya están en pie, junto a su cuna con grandes y
fuertes vendas preparadas en las manos, las filosofías, las religiones, las
pasiones de los padres, los sistemas políticos. Y lo atan, y lo enfajan; y el
hombre es ya, por toda su vida en la tierra, un caballo embridado. Así es la
tierra ahora una vasta morada de enmascarados. Se viene a la vida como cera, y
el azar nos vacía en moldes prehechos”.
Siendo consecuente con
este pensamiento, se infiere que el hombre es resultado de su época, de las
condiciones que lo rodean, y él es un buen ejemplo de ello: ante la sufrida
patria en que se nace, no se puede hacer otra cosa que luchar por ella.
Sus conceptos filosóficos
sobre la vida social estaban marcados por el librepensamiento europeo y el
liberalismo, pero en el sentido en que tales ideas contribuían a su gran
empresa: liberar a Cuba.
Porque para Martí la
filosofía fue un medio, un instrumento; para él todo estaba directamente
subordinado a la independencia de la patria y lo que fuera bueno para ese
objetivo, era lo que asumía.
Durante la preparación
de la guerra necesaria, en su misión de unir a los patriotas cubanos en la
lucha por la independencia, se mostró contrario a reconocer a las clases
sociales y la lucha entre ellas: “No hay más que dos clases entre los hombres:
la de los buenos y la de los malos. Enoja oír hablar de clase. Reconocer que
existen es contribuir a ellas. Negarse a reconocerlo, es ayudar a destruirlas…”
Plantea que “la patria
nueva” y la república verdadera pueden realizarse sin antagonismos sociales,
gracias a la buena voluntad de todos y a la abundancia del corazón criollo. Sin
embargo, admite la existencia de la clase obrera y la necesidad de su
preparación para enfrentarse a la burguesía: “a los obreros ignorantes… los
vencerá siempre el interés de los capitalistas (…)“Es hermoso el fenómeno el
que se observa en las clases obreras. Por su propia fuerza se levantan de la
abyección descuidada al trabajo reductor e inteligente…
“Así nuestros obreros
se levantan de masa guiada a clase consciente: saben ahora lo que son, y de
ellos mismos les viene su influencia salvadora”.
Quizás a la aparente
contradicción le encontramos solución en sus propias palabras: “Debe hacerse en
cada momento, lo que en cada momento es necesario. No debe perderse el tiempo
en intentar lo que hay fundamento harto para creer que no ha de ser logrado”.
Compartimos plenamente
la opinión del ya fallecido historiador francés Noël Salomón: “la forma
idealista de un mensaje espiritualista puede encerrar un contenido de signo
liberador y progresista. Todos los idealismos no son por idealistas
mecánicamente regresivos. Hay que observarlos en su funcionamiento histórico,
aquilatar el papel que desempeña respecto a la liberación concreta del hombre
en una fecha determinada. En este sentido, es evidente que el idealismo de José
Martí no es abstracto ni especulativo; es una forma de expresión de la historia
personal, íntima, de Martí dentro de la historia colectiva de los cubanos, de
los americanos, de los hombres de su tiempo. “…
Inspirándome en una
conocida definición de Marx (…) yo diré que uno de los méritos trascendentales
del inmenso y gigantesco Martí fue haber contribuido poderosamente a
transformar el mundo, cuando su formación teórica —heredada de su mundo— le
incitaba a pensarlo y soñarlo…”
Y para transformarlo
fundó el Partido Revolucionario Cubano, organizó la guerra necesaria y
participó en ella hasta dar su vida.
Fuente: http://www.trabajadores.cu
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