Hace ya algunos años que un nuevo tipo de arte popular y callejero se ha expandido hasta alcanzar dimensiones asombrosas, donde nada tienen que envidiarles a grandes artistas de salón.
Las pintadas callejeras, los graffitis, son un nuevo arte, un arte que en verdad ha ganado un espacio preponderante dentro del mundo expresión estilística.
Cualquier pared oscura, despintada, tétrica puede convertirse mágicamente en un lienzo de concreto en donde estos entusiastas creativos, con sus informalidades, sus gorritas, sus piercings, sus tatoos, dan muestras de un despliegue davidiano de manejo estilístico.
Creativos, espontáneos, con concepciones, figuras, perspectivas completamente renovadas e innovadoras son genios sin Mecenas que los ampare. Pero sus obras siempre van a decorar las ciudades, porque mientras existan los artistas no todo se habrá perdido, porque son una chispa de libertad dentro de la jaula de la opresión.
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