martes, 6 de marzo de 2012

El valor de la fuerza de trabajo, Marx


En todos los países donde reina la producción capitalista no se paga la fuerza de trabajo hasta que ha funcionado durante cierto tiempo, fijado en el contrato, por ejemplo, al fin de cada semana. En todas partes el trabajador deja, pues, que el capitalista consuma su fuerza de trabajo antes de obtener el precio de ella; en una palabra: le fía o presta en todos los conceptos. Como ese préstamo, que no es un beneficio estéril para el capitalista no modifica la naturaleza misma del cambio, supondremos provisionalmente, a fin de evitar inútiles complicaciones, que el dueño de la fuerza de trabajo recibe el precio estipulado, desde el momento que la vende.
El valor de uso entregado por el trabajador al comprador, a cambio de dinero, solo se manifiesta en su empleo, es decir, en el consumo de la fuerza de trabajo vendida. Este consumo, que es a la vez producción de mercancías y de plusvalía, se efectúa, como el consumo de cualquier mercancía, fuera del mercado, lejos del dominio de la circulación.

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