jueves, 1 de marzo de 2012

Reflexiones sobre el antagonismo entre patria, nación y libertad


¿Qué es la soberanía, la patria, la nación? sino el limite imaginario impuesto por unos pocos déspotas con delirios de grandeza para dominar a muchos.
Esa frontera invisible que solo nos resta libertad como individuos coacciona en contra nuestro, dejándonos invulnerables, desprotegidos de nuestra propia realidad, expuestos como el sumiso rebaño que se deja atormentar por los lobos, lobos sin hambre pues están ya saciados de engullir corderos.
Entonces así, sin darnos cuenta, somos parte de un gran, y perverso sistema carcelario universal, donde los gobiernos ejercen el monopolio del poder, la raíz pura de la violencia en contra de un igual que ellos consideran un inferior, siendo ese su lema de cabecera por el cual justifican su desmedido e injustificado imperio de opresión.
Alzan las banderas de la patria como herramienta de manipulación. Todo su sistema social esta articulado para poder oprimir, sin que el rebaño se dé cuenta, desde tiempos ancestrales.
Cuando no usaron la fuerza por la fuerza misma, recurrieron a la religión como método de dominio. Sino a las guerras, al hambre, a las modas, los medios de comunicación, los ejemplos capciosamente emitidos, en fin, multiplicidad de opciones para disponer de la mayoría anestesiada por los efectos de la “nación”, la “patria” o el llamado “sentir nacional”.
Un claro ejemplo del ridículo dominio que ejercen sobre la mayoría, y que nadie cuestiona entre tantas otras, seria por ejemplo, los pasaportes, ¿qué es sino el permiso implícito de unos tiranos en darnos o no el permiso de poder ir o venir a donde nosotros queramos?, ¿Quiénes son ellos para decirme a mi si puedo o no ir donde me plazca? ¿Quién les confirió ese patronazgo que acusan celosamente como dueños de la población? ¿Cuánto pagaron por la propiedad física e intelectual de mi persona para disponer de mí como s fuera de su propiedad?
El devenir constante  y continuo de la historia nos ha demostrado que imperios, reinos, ciudades, principados, feudos, provincias, estados, naciones, coaliciones, virreinatos y cualquier otra forma de subyugación tarde o temprano fracasaron, llegaron a un fin, y creo que en ningún caso ese fin fue feliz.
¿Entonces? ¿Qué es la patria, la nación, cuando miles de naciones infinitamente más poderosas ya cayeron antes por el peso mismo del tiempo?
Traslado todo esto a un tema de la actualidad, por ejemplo el tema de la soberanía de las islas Malvinas. ¿Son inglesas? ¿Son Argentinas? ¿Son francesas? ¿Son chilenas?
Indudablemente cualquier argentino que se precie de tal, aunque no se sienta ya muy orgulloso de su condición de argentino pondrá el grito en el cielo y me refutara a viva voz diciendo que las Malvinas son argentinas, por las placas continentales, por la historia, por derecho de herencia de conquista… en fin, puede que sea así. Aunque la toma definitiva de Malvinas por los ingleses fue anterior a la independencia de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, o sea que fueron arrebatadas al Reino de España; ¿tal vez los españoles podrían reclamar también sus derechos sobre las islas?
No importa, solo estoy divagando, a lo que quiero llegar es que con ese criterio, también los nativos, esos que se masacraron desde la conquista de América, podrían, con todo el derecho del mundo, y con más de 10.000 años de estancia en estas tierras, podrían reclamar que sean devueltas todas sus posesiones expropiadas por unos y por otros, por españoles, criollos, gringos, argentinos y demás.
Así, sin darme cuenta, todas estas enmarañadas reflexiones que me hacía en mis ratos de dispersión me fueron conduciendo, automáticamente , hacia otro tema que moviliza mis más sinceros desvelos, a esa trascendental pregunta que inquieta mi paz, que no deja de revolcarse furiosa en mi interior, ¿Qué es la libertad?
Para Marx la libertad era control total sobre las fuerzas alienadas del hombre. Martí decía que Como el hueso al cuerpo humano, y el eje a una rueda, y el ala a un pájaro, y el aire al ala, así es la libertad la esencia de la vida. Cuanto sin ella se hace es imperfecto.  
Gandhi dijo: Estoy absolutamente convencido de que ningún hombre pierde su libertad sino por su propia debilidad, mientras que La libertad es el mayor de los bienes, decía Ovidio. ¡Viva la libertad! El sol nunca ha iluminado un logro humano más glorioso, expreso Nelson Mandela.
También el gran Bacunin se refirió al respecto diciendo: Yo nada más soy verdaderamente libre, cuando los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son libres también.
Reflexione y lo que primero que se me vino a la cabeza fue que la libertad, seria, vivir sin nadie que comande o rija nuestras acciones, ¿Cómo sería eso posible? Tendríamos que aislarnos en comunidades pequeñas y autosuficientes, sin líderes visibles, donde cada individuo sea parte aislada de un todo indivisible pudiendo vivir de una forma ácrata y autocrática.
¿Sería esa la libertad? Tal vez, pero aun así seguiríamos prisioneros de ciertas obligaciones para con la comunidad, nuestra familia. Seguiríamos manteniendo vínculos recíprocos con individuos que coartarían nuestra amada libertad, no de una forma brusca o violenta, pero si por necesidades mutuas.
Trate de ir mas allá en mi reflexión, ¿deberíamos vivir, entonces, solos, cual eremitas, aislados del mundo, siendo nosotros mismos en el vacío y nada más? Esa pareció una solución definitiva, aunque difícil de realizar, más bien valdría la pena por alcanzar la tan añorada libertad.
Súbitamente algo me vino a la mente, aunque aislados de todo, ¿no seriamos aun prisioneros de nuestras debilidades? Hambre, frio, sexo, etc.
¿Sera posible para el hombre ese sueño de la libertad bruta, la libertad pura sin escorias que le hagan oscurecer el brillo de su pureza?
Todavía no encuentro una respuesta, pero sigo buscando, y ahora que pienso, tal vez, la libertad pura resida en tratar de encontrarla en cada momento, en cada acción que realicemos, que nuestra única meta en la vida sea alcanzar esa realidad, tal vez ese sea el camino que nos lleve definitivamente a ella.

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