Son bastante confusos los orígenes de los primitivos
pobladores de Italia. Sin embargo, la península estaba habitada desde los
tiempos paleolíticos; así lo demuestran los restos arqueológicos descubiertos
en el territorio. En el periodo neolítico penetraron a través de Sicilia las
influencias de las culturas orientales y prehelénicas. En la primera época de
los metales (el cobre) se desarrollo la agricultura y, a partir del siglo XX
a.C. aparece la civilización del bronce.
Es posible que los pobladores del neolítico hayan sido los
ligures, de origen incierto, que se instalaron al oeste de Italia continental.
En sucesivas migraciones, algunos pueblos indoeuropeos penetraron por el norte
y se asentaron en la península. Entre estos figuraban los sabinos, los samnitas
y los lucanos. Finalmente penetraron los umbrios, que se instalaron en la
desembocadura del Po, sobre el Adriático.
Desplazados por invasiones indoeuropeas, otros pueblos del
Asia Menor emigraron hacia el oeste, utilizando el Mediterráneo. Así llegaron
los etruscos, probablemente en el siglo XII a.C. y se establecieron en la costa
occidental de Italia, donde ya estaban los latinos, los volscos y los ecuos. El
extremo sur de la península fue ocupado por los griegos, quienes fundaron
numerosas colonias; esta región se llamo Magna Grecia.
Los últimos en invadir a Italia fueron los galos que
penetraron por el norte procedentes de la actual Francia. Fundaron la ciudad de
Milán y se establecieron en la Galia Cisalpina.
Sin lugar a dudas, los más importantes pobladores de la
península itálica, previos al grandioso imperio que seria el romano, fueron los
etruscos, más que por lo que fueron sino por los grandes misterios que nos
legaron.
Aunque su procedencia y lenguaje son desconocidos, el
marcado carácter oriental de sus instituciones, como también las costumbres de
tipo fenicio, robustecen la teoría que los hace originarios del Asia Menor.
Se establecieron en el valle del Po, pero luego ocuparon la
costa occidental de la península, entre los ríos Arno y Tiber. Muy pronto
lograron dominar a los pueblos vecinos y ensancharon los límites de sus
dominios.
Se dedicaron a la navegación y al comercio. (Otra
característica en común con los fenicios). Poseyeron una flota poderosa que no
tardo en dominar al Mediterráneo occidental. No formaron una nación, cada
ciudad constituía una especie de estado independiente, al mando de un
magistrado elegido por los aristócratas o lucumones. Doce ciudades de Etruria
con otras doce de Campania integraron una confederación unida por lazos
religiosos y lingüísticos.
Eran politeístas y muy supersticiosos, preocupados siempre
por interpretar la voluntad divina, recurrieron a los hechiceros y a los
augures, quienes predecían el porvenir observando el vuelo de las aves, las
tripas de animales sacrificados y algunos cuantos métodos más.
Los etruscos supieron combinar los elementos griegos con los
orientales y, el evolucionar les imprimió características propias, dotando al
arte etrusco de una belleza extraña y singular.
Las calles de sus ciudades eran largas y espaciosas, sus
viviendas las construían de piedras que les servia para construir grandes
murallas, siempre en las montañas donde preferían erigir sus ciudades, todas
las viviendas contaban con alcantarillas y cloacas, lo que nos habla del nivel
de evolución alcanzado por los etruscos.
En cuanto a los ritos funerarios se destacaron por sobre las
demás culturas de su época, dando el rito funerario particular cuidado y
atención. Sepultaban a sus muertos en amplias salas subterráneas sostenidas por
columnas. A ambos lados había numerosos nichos, donde depositaban los cadáveres
rodeados de armas finamente labradas, alhajas y objetos de adorno, esto nos da
la pauta de que los etruscos creían en una vida mas allá de esta.. los
sarcófagos de sus muertos estaban decorados en su tapa con el retrato del
difunto, mostrándonos un arte y elasticidad para la pintura admirables.
Como otros tantos pueblos de la península, con el
surgimiento del que seria el imperio mas poderoso de esa época, los romanos, fueron
absorbidos y exterminados por la vorágine de los hijos de la loba.
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