miércoles, 1 de febrero de 2012

Lev Tolstói, el gigante ruso

Lev Tolstói (1828-1910), uno de los mas destacados narradores de todos los tiempos, nació en Yásnaia Poliana Rusia. Hijo de un teniente de la vieja nobleza rusa, quedo huérfano a los nueve años y tuvo tutores franceses y alemanes hasta que ingreso a la Universidad de Kazán donde estudio lenguas y leyes. En 1851 ingreso en el ejercito y dio a conocer su ciclo autobiográfico, compuesto por las obras Infancia, Adolescencia y Juventud. En 1856 se instalo en San Petesburgo y se consagro a la literatura. De entre sus obras mas importantes cabe destacar: Ana Karenina, La muerte de Ivan Ilich, Guerra y Paz o La sonata de Kreutzer.
Tolstói murio en Astápovo en una remota estación de ferrocarril.


Tras ver la contradicción de su vivir cotidiano con su ideología, Tolstói decidió dejar los lujos y mezclarse con los campesinos de Yásnaya Poliana, donde él se crio y vivió. No obstante, no obligó a su familia a que lo siguiese y continuó viviendo junto a ellos en una gran parcela, lugar al cual con frecuencia sólo llegaba a dormir, gastando la mayor parte del día en el oficio de zapatero. Funda en la aldea una escuela para los hijos de los campesinos y se hizo su profesor, autor y editor de los libros de texto que estudiaban. Impartía módulos de gimnasia y prefería el jardín para dar clases. Creó para ello una pedagogía libertaria cuyos principios instruían en el respeto a ellos mismos y a sus semejantes.
Tolstói intentó renunciar a sus propiedades en favor de los pobres, aunque su familia, en especial su esposa, Sofía Behrs, lo impidió. Intentando huir de su casa murió en la estación ferroviaria de Astápovo, y entre sus últimas palabras, se oyeron éstas que muestran, como ninguna de las muchas maravillosas que pronunció o escribió, la grandeza de su alma: "Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren: ¿por qué estáis al cuidado de mí solo?". Se le enterró en su casa en Nara.


 
Un genio sin lugar a dudas, nunca en la vida leí nada que me transmitiera tanto como las obras de Tolstói, me declaro un ferviente admirador de este artista atormentado por su propia vida. Creo que para todos las grandes figuras de la historia siempre fue así, ellos mismos fueron sus propios Nemesis.

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